Comunica

Centro de Comunicación y Capacitación para el Desarrollo

Exposición fotográfica «Honduras tierra adentro» enero 21, 2010

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PRONUNCIAMIENTO: octubre 19, 2009

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Ante la intolerancia y la arbitrariedad, deben imponerse el diálogo y el consenso

Las instituciones, organizaciones y personas agrupadas en este espacio de reflexión y acción ciudadana, ante el golpe de Estado que se consumó el domingo 28 de junio, nos pronunciamos en los términos siguientes:

  1. El ya precario Estado de Derecho de Honduras ha recibido un duro golpe al violentarse los principios sobre los que descansa la legitimidad en el ejercicio del gobierno, principal consecuencia del golpe de Estado por el que se depuso al presidente José Manuel Zelaya Rosales. De este hecho es responsable la elite política y económica del país, aglutinada en el bipartidismo gobernante que, por esta vía, intenta salir fortalecido de la crisis en que lo sumió su incapacidad para administrar los bienes públicos, la corrupción y la violación sistemática de la Constitución de la República.        GGGG
  2. La asonada, producto de la complicidad cívico-militar, por sus características, sólo prueba la incapacidad de nuestra clase política, y del mismo Presidente de la República, para dialogar y encontrar soluciones inteligentes y pacíficas a los conflictos; demuestra que la capacidad de aprendizaje del bipartidismo y los grupos de poder es precaria; pero, sobre todo, deja al desnudo la ausencia de voluntad para encontrar soluciones encaminadas a la búsqueda del bien común y el buen gobierno.                                                                                                                                                                                                     G
  3. En lugar del diálogo, del consenso y la apertura política, se han impuesto la intolerancia, la artimaña y la arbitrariedad. La captura y expulsión del presidente Zelaya y otros miembros de su gabinete, el cierre temporal o la censura impuesta a varios medios de comunicación social, los límites a las garantías constitucionales, así como la distorsión de la verdad, son evidencias de los actos de fuerza en que incurrieron los protagonistas de los reprochables actos del 28 de junio. Con todo ello, pretenden enmendar la violación de la ley con violaciones similares a las que sirvieron como justificación para derrocar el gobierno de Zelaya.                                                                                                                                                                                               G
  4. Quienes desde este mismo espacio nos opusimos a toda intención de la Administración Zelaya para efectuar cambios constitucionales violando los principios republicanos, condenamos ahora todo afán que conduzca a fortalecer el protagonismo de las Fuerzas Armadas en la determinación del rumbo político del país. Con la misma convicción condenamos el oportunismo y el cinismo de algunos sectores para obtener beneficios políticos de esta coyuntura y para propiciar la violencia y la intolerancia en nuestra sociedad, hasta llegar al extremo de desenterrar ideas y consignas que, en el pasado, sirvieron para justificar la guerra fría, la violencia fratricida, la aplicación de la doctrina de seguridad nacional y la violación sistemática de los derechos humanos. Y por ello rechazamos todo intento de manipular nuestra conciencia para hacernos creer que aquellos que ayer violaron los derechos humanos y el Estado de Derecho son ahora los defensores por excelencia de la Constitución de la República, de la democracia y el buen gobierno.                                                                                                                                                                                                                                                                         G
  5. Por otra parte, valoramos el papel desempeñado en este momento por la comunidad internacional en la defensa del orden constitucional, pero nos preocupa que el país esté en riesgo de ser aislado de sus relaciones económicas y políticas. Antes de tomar una determinación de este tipo, consideramos que la comunidad internacional deberá estudiarla en todas sus dimensiones, puesto que, como se ha demostrado, el aislamiento no afecta a la clase política corrupta que dirige un país, sino que a la población más desfavorecida. Honduras se encuentra al borde de la calamidad económica, con la lógica consecuencia social que ésta conlleva. A la precariedad estructural, se suma la falta de un Presupuesto General de la República, la paralización de la inversión pública y la ausencia de un plan anticrisis. Por tanto, la decisión de aislarnos podría profundizar la crisis, en lugar de contribuir a su solución. De igual manera, consideramos que el aislamiento político sólo servirá para que la clase política goce de mayor libertad para actuar arbitrariamente, al no contar con la mirada interesada de la comunidad de las naciones.                                                                               G
  6. En esta difícil coyuntura deben imponerse el respeto irrestricto a las garantías constitucionales y a los derechos humanos, el respeto y la tolerancia a la libertad de expresión e información, así como la solución pacífica de los conflictos, en lugar de la represión. La racionalidad y el diálogo, fundamentados en el interés de la Nación y en el marco jurídico correspondiente, son una respuesta válida en la medida que expresan sensatez, madurez política y responsabilidad ciudadana ante las decisiones erradas de los bandos enfrentados.                                                                                             G
  7. Por todo lo anterior, hacemos un llamado a la ciudadanía para que, ejerciendo su derecho a pensar, opinar, vigilar y criticar, no comprometa su voluntad soberana con una falsa salida a la crisis política e institucional que sólo servirá para profundizar la mediocridad y la corrupción en el manejo de los asuntos públicos. Más que de una nueva Constitución, Honduras está sedienta de una ciudadanía autónoma y propositiva con capacidad para incidir en las políticas públicas y exigir cuentas claras a sus gobernantes. La crisis que estamos viviendo es quizá el detonante para encontrar el rumbo como colectividad comprometida con el bienestar de Honduras y su gente, más allá de los caprichos y ambiciones de los caudillos.

        Tegucigalpa, M.D.C., 1 de julio de 2009

        Pastoral Social CARITAS

        Comunica

        Familia Torres Funes

        Thelma Mejía

        Marvin Barahona

        Isolda Arita

        Héctor Hernández

        Efraín Díaz Arrivillaga

        José Filadelfo Martínez

        Lourdes Aguilar

        Familia Colindres Morales

         

        PRONUNCIAMIENTO / junio 27, 2009

        Filed under: Artículos — Comunica @ 4:20 pm

        Hacia una verdadera democracia


        Ante la grave situación que vive el país, representantes de diferentes organizaciones sociales, y ciudadanos y ciudadanas constituidos en un espacio cívico de reflexión y acción, en el pleno ejercicio de nuestro derecho a la libertad de expresión y comprometidos con una democracia participativa, nos pronunciamos de la siguiente manera:

        • Hacemos nuestra la preocupación de diferentes sectores por la grave situación –en algunos casos pandémica– que afecta a la mayoría del pueblo hondureño en los campos de la salud, educación,economía, política, justicia y la seguridad ciudadana, con crímenes, secuestros, narcotráfico y otras formas de abuso y crueldad que reflejan la descomposición moral y ética que parece tocar fondo, y que tiene profundas raíces históricas. Ante ello, como lo señaló un reciente comunicado de la Comisión Nacional de Pastoral: “Todos nos sentimos responsables y urgidos de realizar cambios sustanciales en nuestra sociedad”.
        • La preocupación es mayor si tomamos en cuenta que los principales efectos de la crisis económica y financiera mundial impactarán con mayor rigor en Honduras y presagian para 2010 una profundización de la crisis económica, mayor desempleo y pobreza. El panorama se agrava con el aumento de la deuda externa e interna y la ausencia de un Presupuesto Nacional consensuado y concebido como instrumento de desarrollo.
        • Alarma la grave consecuencia que traerá a nuestro país la supuesta defensa de la institucionalidad y la democracia que hacen los grupos de poder, a partir del desmontaje de la institucionalidad y de la propia democracia, entendida como instrumento y no como un fin. Resulta contradictorio que, en aras de alcanzar legitimidad, el conflicto actual se genere a partir de una creciente ilegitimidad.
        • Hay temas claves sobre los cuales pensar, proponer y ejecutar acciones. Sin embargo, la agenda nacional, inducida desde Casa Presidencial, la Cámara Legislativa y otros sectores de poder es distinta y manipulada.
        • Un ejemplo de lo anterior es la acción tardía, incompleta y carente de participación y consulta ciudadana alrededor de la reglamentación de las figuras del Plebiscito y el Referendo.

        Este momento tan crítico
        Crisis de liderazgo

        Honduras vive un intenso período de expectativas y confrontaciones. Las elecciones internas y primarias de los partidos Liberal y Nacional (noviembre, 2008) no aportaron estabilidad al panorama político, sino incertidumbre. Esto confirma que la crisis de liderazgo no desaparece con las campañas presidenciales, sino que se acentúa, en el marco de un creciente agotamiento del modelo político, económico y social iniciado en 1982.
        En este vacío de liderazgo es que aparece la figura del actual Presidente de la República, promoviendo la cuarta urna y la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, logrando así captar la atención de muchos sectores y la oposición de otros.
        En esta coyuntura, el movimiento social y popular se caracteriza porque, ante el proyecto del gobierno, no duda, no hace preguntas, no cuestiona. Aparece como débil y carente de propuesta propia, facilitando así al gobierno la tarea de tejer una nueva red clientelista que arrastra a otros dirigentes sociales. Todo indica que estamos en una nueva campaña electoral donde la propuesta de una nueva Constitución se convierte en la única solución a los problemas nacionales.

        La Administración del Presidente Manuel Zelaya, cuestionada fuertemente por realizar una gestión pública ineficiente y plagada de denuncias de corrupción, propone una nueva Constituyente como una medida para continuar en el poder y eliminar toda responsabilidad histórica por su mala administración. Para el grupo de gobierno es claro que la única posibilidad de que sus planes persistan es conservando el poder, aunque en ese intento se destruya la escasa institucionalidad pública.
        En ese sentido, desde Casa Presidencial se multiplican los esfuerzos por buscar alianzas y pactos políticos para ganar legitimidad y consenso, como la realizada con las Fuerzas Armadas, sin que se sepa aún cuál será el costo democrático de esa y otras iniciativas que representan un retroceso respecto a lo ganado por la sociedad civil en los últimos años.

        Frente a la amnesia histórica

        Es evidente que los cambios políticos que se han operado en Honduras desde la década de 1980 respondieron más a una restauración del bipartidismo político que a una auténtica transición a la democracia. No fue un Estado de Derecho el que se pretendió construir, sino un Estado patrimonial y clientelista.

        La transición política de ese tiempo no tuvo como fuerza motriz una voluntad ciudadana consciente de las metas y objetivos que Honduras debía seguir en una época de pleno conflicto centroamericano. Sin embargo, representó una ruptura importante con el pasado militarista y dejó una Constitución Política que reflejó las negociaciones y los intereses de poder de su época. El contenido de esa Constitución pudo haber sido mejor o peor en términos de derechos ciudadanos, pero poco importaba puesto que, en manos de la clase política tradicional –la que sigue en el poder– la intención real nunca fue respetarla.
        Ahora que se plantea un nuevo texto constitucional y se habla de una “refundación” de Honduras, cabe preguntar: ¿Se busca una nueva ruptura política que nos lleve a profundas transformaciones estructurales o sólo es otra forma de perpetuar un gastado bipartidismo?

        Esto último, infortunadamente, parece ser lo más probable, porque la sustitución de una Constitución por otra, como una acción mecánica y repetitiva, no produce cambios fundamentales en una sociedad, como lo demuestra la historia hondureña.
        En esta discusión nacional se habla poco de la democracia como instrumento para transformar la sociedad y la cultura, sin recurrir a los golpes de Estado, en sus viejas y nuevas modalidades, ni a la toma de decisiones a espaldas de la ciudadanía. Es importante reflexionar en torno a otros valores que sustentan la democracia, entre ellos contar con una oposición beligerante, una ciudadanía activa y vigilante, y la necesidad de una reforma política y electoral con amplio sentido de territorialidad y descentralización.
        Por eso, es urgente democratizar nuestra sociedad para superar el enorme grado de desigualdad, impunidad e injusticia que hoy prevalece.

        Por una ruptura real

        Sostenemos que la única propuesta de cambio a la altura de los retos actuales es aquella que produzca una ruptura fundamental con la concepción que ha convertido al Estado, los bienes y la riqueza nacional en patrimonio de unos pocos, que durante décadas han boicoteado todo avance hacia una democracia social, política, económica y cultural que debe satisfacer las expectativas de igualdad, justicia y modernidad que las viejas y las nuevas generaciones exigen con todo derecho.

        Elevar la democracia social, política, económica y cultural no será posible si la ciudadanía organizada se convierte en comparsa de quienes han hecho de la gestión pública un medio de enriquecimiento ilícito, de protección de la impunidad, y han desacreditado la política como una función pública al servicio del bienestar y el progreso social. Y eso va tanto para quienes sorpresivamente se declaran “comandantes” del cambio, como para aquéllos que se califican como abanderados o “próceres” de una Constitución y de una democracia que han irrespetado siempre.

        Nuestra posición es clara

        El elemento central que motiva nuestra posición crítica e independiente es la falta de credibilidad que afecta a la mayoría de quienes hoy se critican y acusan mutuamente.
        ¿Cómo creer en aquellos que defienden la actual Constitución o que proclaman la necesidad de una nueva Constitución, si tantos los unos como los otros han demostrado y demuestran que las leyes no les importan?, ¿Cómo creer en la defensa que ambos sectores hacen de la democracia, si lo que han creado es un Estado patrimonial, clientelista y corrupto?

        En ese sentido, señalamos:

        Frente a la falsa polarización

        1. existente entre los que defienden la actual Constitución y quienes pugnan por una nueva, llamamos a la ciudadanía a no desperdiciar esta coyuntura histórica de crisis del bipartidismo y a crear una tercera corriente de opinión pública e incidencia política a favor de un cambio social a fondo en las formas de participación y de construcción de la democracia en nuestra sociedad.

        2. No respaldamos el proceso de la “cuarta urna” tal como está planteada ahora por la falta de credibilidad de los convocantes y la poca claridad respecto de los verdaderos propósitos que encierra. De hecho, advertimos que existe una sensación de riesgo de que la ya endeble institucionalidad se quiebre y que los resultados de la denominada “encuesta” del 28 de junio se manipulen en esa dirección. La desconfianza nacional persiste porque no hay signos claros que la despejen.

        3. Rechazamos la actual manipulación oficial de que es víctima el movimiento social y popular hondureño, que evidencia que la crisis de liderazgo está presente tanto en las estructuras de poder como en la denominada “oposición”, cualquiera sea su signo.

        4. Reiteramos que en cuestionar las formas elitistas de administración del poder se hayan las respuestas a los retos que hoy reconocemos como enormes; y a la esperanza de mejora de la calidad de vida de las mayorías de nuestra sociedad. Esa elite, que se entiende y pacta muy bien entre sí, es la que más ha contribuido a separar la justicia del poder porque, aunque ahora se niegue esta responsabilidad, todo poder legítimo está obligado a crear las condiciones necesarias para la aplicación de la justicia, la igualdad proclamada por la ley,
        el bienestar y la felicidad pública.

        Enfatizamos

        Si la transformación democrática de Honduras requiere la aprobación de una nueva Constitución de la República, entonces se podría respaldar esa iniciativa, pero no si surge de la inseguridad política, social, judicial y económica vigente. No si es convocada por poderes corruptos o por los mismos que han violentado una y otra vez la Constitución actual. No si la manipulación sustituye al debate y al entendimiento. No si continuamos con las viejas formas de negociación, por debajo de la mesa, para reglamentar figuras como el Plebiscito y el Referendo.
        El cambio no debe ser para no cambiar nada o para revitalizar a un bipartidismo agotado por sus propios vicios y abusos. Tampoco debe apoyarse a quienes encubren en su defensa de la Constitución a los responsables directos o indirectos de esta Honduras tan vulnerable, desigual, injusta y violenta.

        El cambio real, el que demanda la mayoría del pueblo, no tiene una solución única. Por eso se requiere priorizar la construcción colectiva de escenarios de desarrollo a lo largo y ancho del país, más allá de intereses momentáneos e individuales. Demanda capacidad para organizarnos, atender nuestros deberes y reclamar nuestros derechos.
        El principio que nos debe orientar es que todo poder público procede del pueblo y se instituye para beneficio de éste, no de las elites privilegiadas o aquellas que buscan la impunidad.

        Sabemos y reconocemos que en esta coyuntura priva una gran confusión, y que muchas personas honestas tienen una genuina preocupación por el futuro de nuestra nación. A ellos y ellas nos unimos para no claudicar en la defensa de los principios éticos y morales y para defender la libertad de expresión y pensamiento, en procura del fortalecimiento de la institucionalidad y el Estado de Derecho, por una democracia real.

        Tegucigalpa, M.D.C. Honduras,
        17 de junio de 2009
        Foro Social de la Deuda Externa, FOSDEH
        Pastoral Social CARITAS
        Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús, ERIC-SJ
        COMUNICA
        CEHPRODEC
        ADECOH
        FUNDEMUN
        Fundación Luz
        CASM
        Familia Torres Funes
        Thelma Mejía
        Matías Funes
        Marvin Barahona
        Isolda Arita
        Héctor Hernández
        Efraín Díaz Arrivillaga
        Edgardo Rodríguez
        Padre Marcos R. Alvarado
        Lourdes Aguila
         

        ¿Entiende lo que digo? junio 3, 2008

        Filed under: Artículos — Comunica @ 8:44 pm

        «Si no estamos embuidos de las denotaciones semasiológicas de las sintagmas, no es hiperbólico aseverar que la comunicación entre los entes multicelulares, bípedos, omnívoros y pensantes es prácticamente inasible»

        Si usted entendió a cabalidad el párrafo anterior, ¡felicidades! Eso demuestra que conoce muy bien      el Diccionario de la Lengua Española. Pero quizá sería más fácil de comprender para el resto de los       mortales, si dijéramos:

        «Si no entendemos el significado de las palabras, no es exagerado afirmar que la comunicación entre los seres humanos es prácticamente imposible»

        Las personas e instituciones que trabajamos «para el desarrollo», muchas veces olvidamos a quién      le estamos hablando. En otras palabras, olvidamos que las personas pertenecen a diferentes medios geográficos y sociales, tienen diferentes experiencias de vida y, por lo tanto, se comunican de maneras muy variadas. Esto quiere decir que cada grupo humano ha desarrollado sus propios lenguajes y medios para comunicarse, que son necesariamente la lecto-escritura. Si realmente nos interesa que nuestros mensajes sean recibidos, tenemos la obligación de adecuarlos a esos    lenguajes; en otras palabras, a la cultura de los destinatarios. De lo contrario, será arar en el mar.

                 Entonces… ¿qué hacemos?

        Cualquiera puede pensar que la solución es no hacer más materiales educativos. ¿Para qué botar papel si nadie lee? Lo cierto es que antes deberíamos preguntarnos, con la mano en el corazón: ¿Hemos estado escribiendo para nosotros mismos o para las personas con quien nos interesa comunicarnos?

        Sentémonos un rato. Respiremos calmadamente y revisemos el material que producimos: videos, afiches, boletines, revistas, manuales, cuadernos educativos y cualquier otro impreso que, con mucho orgullo, mostramos y compartimos.

        Veamos la forma y el contenido. Pongamos, como quien dice, «el dedo en la llaga» y, sinceramente, contestémonos: ¿Es atractivo, llama la atención? ¿La claridad y el tamaño de la letra son adecuados o sólo se pueden leer con anteojos?

        Veamos El contenido: ¿Hablamos de temas que a nadie le interesan?… a excepción del técnico o especialista que hizo el material, por supuesto. ¿Partimos de una realidad que nada tiene qué ver con la que viven los que supuestamente leerán o verán el material? ¿Tomamos en cuenta sus conocimientos? ¿Usamos palabras que son desconocidas para ellos y ellas y no las explicamos?

        Frase ejemplo: No obstante, en la realidad no se llega a obtener una exacta coincidencia de los puntos óptimos de estos subsistemas.

                 Comunicarse… ¡Qué problema!

        Y es que la comunicación no es un quehacer que se limita a la producción de medios. No.

        La comunicación es, en primer lugar, un problema de actitud, de comprensión y respeto hacia las personas las que deseamos llegar con nuestros mensajes. Cada persona, cada grupo social tiene una forma de ver y entender el mundo y nosotros no podemos violentar esa forma de ser, de pensar, de actuar, de hablar y de sentir.

                 La Comunicación es también un problema técnico

        Además de buena voluntad para elaborar materiales educativos e informativos que surtan los efectos esperados, necesitamos de ciertas herramientas técnicas y profesionales.

        Además de buena voluntad para elaborar materiales educativos e informativos que surtan los efectos esperados, necesitamos de ciertas herramientas técnicas y profesionales.

        Así como un médico no puede hacer carreteras, no todas las personas por muy profesionales universitarios que sean, tienen la capacidad de presentar un mensaje de manera sencilla, clara y atractiva.

                  Veamos qué saben otros

        Si tenemos dificultades en la elaboración de nuestros materiales educativos, si nos damos cuenta que la gente usa nuestro periódico o boletín sólo para envolver cosas, si a nadie le interesa nuestro programa de radio, nuestros videos o nuestras publicaciones, ¿por qué no buscar apoyo profesional?

        Así como buscamos un médico cuando nos sentimos enfermos o a un ingeniero cuando vamos a hacer un edificio, igual podemos buscar apoyo para resolver nuestros problemas de comunicación educativa.